Senin, 09 September 2013

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Los verdaderos soldados, los verdaderos hinchas

Me levanto del sillón. Mis manos que hasta entonces estaban crispadas del nerviosismo, y repiqueteaban contra el borde del sillón de forma inconsciente, caen al costado de mi cuerpo de manera inerte. El partido terminó. Perdimos tres a cero.

No tiene sentido darle más vueltas al asunto. Me imagino cómo estaría si el partido hubiese sido en La Bombonera y yo hubiese estado en la cancha... Entonces yo no estaría acá, sin sentir, sin ver nada, tratando de volver a la vida tras haber sido golpeado de manera tan brusca, sino que estaría gritando junto a cincuenta mil gargantas, y saltando, y escupiendo locura bostera con cada grito, con cada cántico... Pero estoy acá, y no sé qué hacer. Me miro las manos, sin verlas en realidad, sino pensando en el partido. Tanta desprolijidad, me digo... Miro dentro mío recordando el momento en que salía el Cata Díaz y entraba Gigliotti a la cancha. Defensor por delantero. Habíamos tirado los dados. Bianchi los había tirado, así como lo hizo cuando puso a Matellán para que marque a Figo, en la final de la Intercontinental 2000, contra el mismísimo Real Madrid en suelo japonés. Recuerdo entonces cómo la hinchada de Boca miraba confundida la cabellera nívea de Bianchi, preguntándose en qué estaba pensando... Y recuerdo que fue algo insólito: Matellán no lo dejó pasar a la figura del Real, lo bloqueaba continuamente y terminó ganándose un cántico de gratitud de parte de los hinchas de Boca, cuando antes había quien lo llegaba a insultar. Algo así hizo Bianchi contra Olimpo: arriesgó, estudiando los peones que tenía en el tablero, sabiendo que la Reina -Riquelme- y la Torre/Alfil/Caballo -Gago- no estaban en el partido. Arriesgó mucho, y pagamos caro. Íbamos perdiendo por uno a cero, y Boca achicaba espacios y presionaba, presionaba y presionaba, sin generar juego limpio ni preciso -porque no tenía, entonces, capitán, si bien el que llevaba la cinta era el Cata-, pero en fin: llegaba. Pero el gol no aparecía, y Bianchi, como el hincha, se impacientó. A diferencia del hincha, Bianchi sí pudo hacer algo al respecto. A veces, el que no arriesga, no gana... pero eso no especifica que necesariamente arriesgando vamos a ganar, como de hecho no lo hicimos.


Todo esto pasa por mi cabeza en un segundo. Me siento confundido. Pero la confusión va desapareciendo, y empieza a abrirse paso en mi fuero interno otro sentimiento: la preocupación. Me pregunto si estoy preocupado por los puntos... Me respondo que no, que no lo estoy, si no por algo más importante. A diferencia del domingo pasado, ahora no estoy preocupado por lo que dirán los hinchas del Boca triunfante sin Riquelme, ya que Boca perdió y no jugó Román, aunque tampoco lo hizo Gago. Entonces me pregunto qué será. Es algo similar a esa preocupación... Es haber perdido tres a cero contra el último equipo de la tabla, y con alguien que jugaba. O no jugaba, pero decía quién lo hacía. Ahora lo entiendo: estoy preocupado por Bianchi.

De mala gana, temiendo las críticas del periodismo -ese viejo carroñero que vive de lo más importante- hacia el equipo de Bianchi, prendo la tele y fijo un canal de fútbol. El título dice: Olimpo goleó a Boca. El subtítulo dice: El conjunto Xeneize jugó un mal partido y perdió por 3 a 0 en Bahía. Escucho lo que dice el periodista. Está diciendo lo predecible: el mal juego de Boca y su histórica derrota. Apago la tele, y me voy a dormir.

Hoy me levanto, me pongo la campera y escucho que el noticiero, que está escuchando mi viejo, hace mención de una disputa entre hinchas de Boca mediante la red social de Twitter. Dice que las tendencias más comentadas son: #AndateBianchi y #SoldadosdelVirrey. Me siento entonces triste, pero más siento bronca. Me pongo la mochila y me subo al auto. Voy a la facultad y no presto atención ni un momento, pensando solamente en esta disputa entre los hinchas y en lo que pensará Bianchi de lo que opina el hincha.

Cuando llego a casa, me siento en la computadora y abro Twitter. Veo que las tendencias siguen inamovibles: #AndateBianchi y #SoldadosdelVirrey siguen entre las diez más comentadas de Argentina. Primero abro la primera, claro. Con alivio, veo que la mayoría de tweets son de hinchas de River que cargan a Boca, pero que pocos hinchas de Boca verdaderamente piden el retiro del Virrey.

Abro el segundo, y aparecen todos los tweets de apoyo a Bianchi, haciendo mención a los cuatro torneos locales y cinco internacionales que ganó con Boca. No vuelvo a abrir el primer TT, y trato de hacer de cuenta que no está ahí. Luego de ver todos los tweets de apoyo a Bianchi, me determino para mí mismo que las cosas no cambiaron: el hincha de Boca sigue estando de parte de Bianchi. Porque son sus soldados.

Y es que los soldados de Bianchi somos los verdaderos hinchas. Aquellos hinchas que recordamos de forma vívida la época dorada de un Boca que momentos antes estaba resultando antiromántico, como padeciente de una curiosa enfermedad que por suerte no afectaba a sus hinchas, que seguían alentando a pesar de la década sin triunfos. El verdadero hincha recuerda entonces con vividez aquél Boca del 98, del 99, el Boca campeón del mundo en Japón contra el Real Madrid y contra Milan en Japón. Ese verdadero hincha que agradeció entonces de forma indeclinable y eterna al técnico que sacó de ese pozo tan grasiento e inamovible que parecía devorar al Boca de todos los hinchas de Boca. Tres Aperturas, un Clausura, tres Libetadores y dos Intercontinentales no las gana cualquiera. Y eso el hincha de Boca lo supo, y aunque algunos traten de olvidarlo, lo siguen sabiendo. 

Nosotros sabemos quiénes no son los verdaderos hinchas. Y son aquellos que no alientan en las malas, sino que insultan y se quejan de cada error, pasando de largo cada acierto; son aquellos que olvidan con facilidad algo que debe mantenerse en la mente del hincha durante el transcurso de toda la vida. 

A esos autodominados hinchas, solo tengo algo para decirles: Bianchi también los sacó campeones de cuatro locales y seis internacionales. Bianchi también les dio sonrisas a ustedes. Bianchi volvió a el club del que ustedes son hinchas, y no porque simplemente le plació, sino porque sabía que lo necesitábamos, y olvidando o pasando de largo aquél pensamiento de inseguridad tras saber que era arriesgado volver a un club donde había ganado tanto, para posiblemente perder aquel éxtasis con derrotas y derrotas. Pero a él no le importó, y volvió. Él hizo, querido hincha de Boca, él hizo que tu capitán, ese capitán que espero que lo consideres como un ídolo -porque ya no sé ni de lo que sos capaz-, hizo que tu capitán volviese. Hizo que Román vuelva. Él se arriesgó mucho por nosotros, y se sigue arriesgando. Así que, te pido que te arriesgues vos también a bancarlo hasta el final, hasta que él solito decida irse porque considere que no puede cambiarle la cara a este Boca.

Hincha de Boca, o así es como te llamás vos, te pregunto: ¿cuántos años tenés? Muchos de nosotros, los verdaderos soldados de Boca, tenemos algún par de décadas, y nosotros vivimos mucho con Boca. Nosotros sufrimos una laguna que parecía indeclinable. ¿Sabés, o te imaginás, lo que sentíamos? Sentíamos que no había vuelta atrás, y que Boca no iba a poder ganar mucho más. Sentimos exasperación, pero seguimos alentando porque así somos, a diferencia de vos. Nosotros alentamos en las buenas y en las malas. Nosotros, sí, nosotros vimos a muchos ídolos y técnicos pasar de largo, subirse al banco del costado de la cancha para bajarse luego. Y sé qué dirás: Bianchi no es Boca, Boca no es un técnico, Boca es mucho más. Es que no entendés, querido hincha resultadista. Nosotros sabemos que Boca no es Bianchi, porque nosotros estuvimos desde antes que Bianchi se subiese al banco de Boca, y nosotros también lo vimos bajarse de ese banco cuando finalmente se subió, como se subió ahora a principio de año. ¿Pero sabés qué, querido hincha de los resultados? Nosotros somos hinchas de Boca, y cualquiera que le haya dado un brillo a Boca, nosotros lo recordaremos y agradeceremos de por vida. Porque nuestra vida es Boca, y Boca no es solo un club. Boca son hinchas, historia e ídolos. Y cuando hablamos de Bianchi, estamos hablando de dos de esas tres características que hacen a Boca. Porque Bianchi es historia de Boca, y también un ídolo de manera innegable. 

No creas, querido resultadista, que el verdadero soldado de Boca no se da cuenta de lo que pasa. Nosotros sabemos que Boca no jugó anoche un buen partido, y sabemos que Boca no se puede dar el lujo de perder con un equipo recién ascendido -y último- como lo es Olimpo. Pero también sabemos, resultadista querido, quién es Bianchi. Y como somos verdaderos hinchas, no olvidamos.

El verdadero soldado de Boca está hasta el final, en las buenas y en las malas. Y como Bianchi forma parte de la historia y es ídolo de Boca, es decir que es Boca -como lo somos todos, los hinchas, aunque usted, amigo resultadista, temo que no lo sea-, nosotros también alentamos hasta el final a Bianchi. Porque alentamos hasta el final a Boca.

Espero no haberlo aburrido con mi parlamento. Lo que sucede, señor resultadista, es que nosotros somos soldados de Boca. Verdaderos soldados. Cuando la guerra viene y se nos cierne encima, nosotros nos quedamos hasta el final, no salimos corriendo del peligro. Nosotros enfrentamos el panorama gris, y siempre lo haremos, hasta que las nubes caprichosas se esfumen de nuestro Boca y lo deje tranquilo. Así somos nosotros, los que estamos hasta el final y alentamos hasta que la garganta se nos seque. Así somos nosotros, los soldados de Boca. Los verdaderos soldados. Los soldados del Virrey. 

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